Consideraciones iniciales

Consideraciones iniciales

Hoy es el día 19 del primer mes de este año, aunque en realidad se siente más como el treceavo mes del 2020. Muchos esperábamos que con el cambio en las manecillas del reloj anunciando el inicio de un nuevo año, los problemas que nos persiguieron durante el 2020 sólo desaparecieran. Sin embargo, el calendario marcó el primer día del año, y los días empezaron a contar, y menos de veinte días han sido suficientes para darnos cuenta de que no sólo las cosas no parecen mejorar sino que aún pueden empeorar. 

Regresamos muchos a la cuarentena, toques de queda, movilidad limitada, al menos en Irlanda no hay gran diferencia entre este momento y abril del año pasado; las vacunas no han resultado ser milagrosas, y no, el virus no ha desaparecido. Y como si la situación no estuviera ya complicada, la tensión política y social parecen recordarnos lo poco que hemos aprendido. La economía está cansada, casi tanto como lo estamos nosotros de seguir enfrentando esta situación, agregándole meses al calendario para que llegue finalmente el día en que todo regrese a la normalidad…

Una normalidad que ya no existe. La realidad es que para cuando esto termine ya no seremos los mismos, no lo seremos en número, pero sobretodo cada uno de nosotros habrá cambiado, nuestra manera de socializar habrá cambiado, nuestra manera de vivir y convivir habrá cambiado. 

Pero Luisa, el panorama que pintas no se ve muy alentador, ¿qué nos queda entonces? Nos queda esperanza, la esperanza de que cada día que pasa es un día menos de encierro, la esperanza de aprender a bailar bajo la lluvia, de aprender a vivir, pero vivir en serio, no en el mundo imaginario donde las condiciones son perfectas, sino en el mundo real donde con imperfección los minutos de vida nos siguen contando, donde no esperamos la magia en cada día sino que hacemos de cada día mágico. Nos queda la esperanza de salir con vida, no, no trato de ser graciosa, me refiero a salir VIVOS no sólo con salud. 

Nos queda la berraquera, la que nos hace no desistir, la que nos hace persistir, la que nos hace soñar en que llegarán días mejores. Nos queda la humanidad, por la que hacemos estos sacrificios, no sólo por nosotros sino por el vecino, por esa persona al otro lado del mundo que no conocemos, porque quizá al final de esta pandemia no sólo hayamos aprendido a hornear pan de banano, sino a ser un poco menos egoístas, menos impacientes, más resilientes y valientes. 

Atentamente, Luisa.

En Facebook usamos mucho esta expresión para definir nuestro trabajo y aplica perfecto a esta situación: esta pandemia no es una carrera de 5km, es una maratón; y queramos reconocerlo o no, vamos apenas por la mitad. Pero vamos todos juntos y nos necesitamos a todos para llegar. Yo también estoy cansada, cansada de cambiar de planes, de que los que tengo no se cumplan, pero me abrazo a lo bonito de cada día, a la salud de quienes amo, a las historias que creo en medio de esta locura, a las bonitas sorpresas de la vida. 

Incomodarse, agradecer, reconocer, educarse y cambiar. 


Vivir de lecciones, lecciones para vivir

Vivir de lecciones, lecciones para vivir

Mi oda al 2020

Mi oda al 2020