Mi oda al 2020

Mi oda al 2020

Gracias 2020…

No esperaba escribir más en este año, pero mi vida está hecha de palabras, y en las últimas horas del año no podía evitar pensar cuánto nos había dejado… para bien y para mal, con cuánto y con tan poco nos dejó.

Así que, gracias 2020...

Gracias por tus sorpresas, por un año que empezó lleno de amor, de amigos y familia, de viajes y aventuras, de visas, vuelos y burlas. Por las nuevas personas, un adiós a quienes nos dejaron y un abrazo a las que llegaron. Por las amistades fortalecidas, por los reencuentros gracias a la distancia, por la cercanía gracias a las pantallas. 

Gracias a mis amigos de siempre, a los más recientes, a los que reaparecieron y a los que nunca se fueron, a los que sin saber llenaron vacíos que ni creían conocer. A mi mamá por acompañar cada lágrima y a mi papá por levantar cada caída, al café de la mañana y al sol de cada día. Gracias a cada respiro, porque a muchos les faltaron y a mí ni un solo día. Y si eso no es fortuna, defina usted cuál es la suya. 

Gracias por enseñarnos a valorar el tiempo a solas, el tiempo de silencio, el tiempo escaso y el tiempo despacio. Gracias por los días vacíos que hicieron de los llenos un mágico espejismo. Gracias por los muchos vuelos reprogramados, porque sin importar los obstáculos logré compartir con mi familia, con sus vuelcos inesperados que me enseñaron que ni los días más deseados vienen sin un precio. 

Gracias porque me destruiste y me reconstruiste, gracias por las lágrimas entre mi vino caliente de verano y mi helado de Ben & Jerrys, por la desesperanza, por la derrota, por enseñarme a darme por vencida, porque aprendí a vivir en el hoy, a abrazar con fuerza cuando se puede y a extrañar sin dolor cuando no. A dejar ir… expectativas, amores, sueños y falsas ilusiones, por enseñarme que la vida es como es y no como queremos que sea, y por enseñarme a disfrutarla así, sin miedo pero sin prisa. 

Gracias 2020 porque por ti soy más fuerte, más tenaz y capaz, amable conmigo y orgullosa de mi vulnerabilidad, porque lloro y no le temo, porque río y no pido permiso, porque sufro ante lo inesperado y me da igual lo contrario, porque soy y no temo serlo, me caigo y no me cuesta reconocerlo, me río ante lo perfecto y aplaudo lo que no entiendo, me defino y redefino a cada paso, y disfruto del proceso.

Atentamente, Luisa.

Incomodarse, agradecer, reconocer, educarse y cambiar. 


Consideraciones iniciales

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A Propósito de los Propósitos... (V2)

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