Y en la lista de lo que extraño... Viajar
Agradeciendo un respiro de la pandemia y tomando todas las medidas de seguridad necesarias, decidí improvisar un viaje dentro de Irlanda, a la ciudad de Galway.
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Nota al margen: si algo nos ha de enseñar esta pandemia es agradecer las pequeñas cosas, porque sin saberlo ni quererlo, esas pequeñeces se han convertido este año en lo más importante. El tamaño de mi pequeña isla Irlandesa siempre fue algo de lo que me quejé, pero ahora su tamaño nos permite estar un poco más seguros, me da la libertad de disfrutar sus paisajes.
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Sobra decir la belleza de esta isla, quiero pensar que es una joya, que aunque siempre bella lo es aún más bajo la escasa luz del sol, pero cuando nos honra con su presencia este lugar es verdaderamente mágico. Así que tomé un tren por dos horas que me llevó de un extremo al otro para maravillarme con un nuevo viaje, el primero de los últimos 6 meses.
Y mientras veía los paisajes por la ventana de ese tren recordé por qué siempre he disfrutado viajar: viajo escapando de las excusas, de la monotonía, de la falta de inspiración, viajo para crear historias, para buscarlas, para encontrarlas en las nuevas y viejas personas que pasan por mi vida, porque cada viaje se convierte en un relato nuevo de la gran novela que llamamos vida.
Entonces este fin de semana, mientras veía los paisajes maravillosos en un día de verano muy soleado en Irlanda, me di cuenta de los daños del encierro, deje que las excusas me alcanzaran, que la monotonía llenara mis días y que se acabaran las historias por contar. No se trata de que deba viajar para encontrar esas historias, quizá se trata de entender que la vida en sí es un viaje, en todas sus formas, que en cualquiera de ellas debo aprender a contar mejores historias, porque no se trata realmente de lo que nos pasa sino de nuestra percepción de lo que pasa, es la narrativa en nuestra cabeza la que contamos al final del día.
Escribo esto para recordar que las historias que quiero crear son de esas que inspiran y motivan, que crean sueños y aspiraciones, que reemplazan excusas con acciones, que rompen miedos y convierten ilusiones en realidades, las mismas ilusiones que algún día tuve de llegar lejos y que hoy, mientras parpadeo me hallo lejos. Lejos tan lejos, que un océano me separa de lo que conozco, tan lejos que el verde familiar lo encuentro en paisajes desconocidos, que el sol me deslumbra en playas frías y veo mis sueños cumplidos por haber dejado (inocentemente) que la vida me llevará por sus propios caminos.
Este respiro me recordó que al margen de la situación que estamos pasando seguimos vivos, y estarlo implica que aún podemos soñar, imaginar, crear, planear y ver la magia en cada día, y llevar a cabo todos esos planes no debería detenerlo un virus.
Hoy el “encierro” es necesario para poder disfrutar mañana de todo eso que extrañamos, y principalmente de poderlo disfrutar con las personas que amamos; pero al final del día el encierro es sólo físico, mi mensaje hoy es no dejar que este se extienda a todos los aspectos de nuestra vida.