10 cambios que he vivido durante la pandemia
Mi reflexión es que nada es permanente, todo en la vida es de subidas y bajadas, para la muestra 10 botones:
La odié, la amé, la odié, la amé….
Ese vaivén de emociones que sentimos durante la cuarentena infinita. La privación inicial fue indignante, luego la incertidumbre, luego un mini pico de aceptación y “agradecimiento”, luego más planes desechos y más incertidumbre, un poco más de esperanza, y luego una espera extenuante. Todos los días parecen el mismo pero a veces sentir que el tiempo se detiene nos permite desacelerar, tomar un respiro y ganar un poco de tranquilidad.
Creé nuevos hábitos…
Después del choque inicial y cuando los días empezaban a contar, me enfoqué en mis rutinas que fueron las que me mantuvieron cuerda los últimos años. Los hábitos son símbolos de estabilidad y en un momento donde todo era incierto, ellas me daban tranquilidad. Así que me levantaba temprano, escribía en mis diarios, meditaba, hacía ejercicio en casa o salía a caminar, desayunaba mientras escuchaba un podcast y lista para trabajar...
Perdí esos hábitos…
Buenos meses si me duraron esos hábitos hasta que todo a mi alrededor tuvo que cambiar, me vi forzada a mudarme. Vivir con alguien nuevo en un lugar nuevo implica siempre un desacomodo, y las primeras que tambalearon fueron mis rutinas. El problema de los hábitos es que fallarlos un par de días no hace que desaparezcan, pero fallarlos un par de semanas si, y hay que volver a construirlos, desde cero, y empezar a contar los mismos 66 días que probablemente costó crearlos en un principio (ayuda!!!!)
Me volví recursiva
No tenía un escritorio, mi wifi fallaba más de lo que funcionaba, no sabía cocinar…. sigo sin saber cocinar pero nuestra fiel amiga, la recursividad, viene al rescate. Cuando la opción es morir de hambre o de falta de sabor, aprendes a agarrarle cariño a lo salado; visitas por primera vez un quiropráctico y te vuelves “doña Patricia” esperando que solucionen la conectividad.
Aprendí a disfrutar lo (ultra) pequeño de cada día
Desde que empecé el blog he dicho que el camino a la felicidad es agradecer lo pequeño, porque la suma de ello cada día es lo que nos da una vida completa y feliz. Pero cuando todos los días son iguales no se puede hacer trampa, después de unos días ya no podemos agradecer la misma taza de café, y aunque lo hiciéramos, la novedad y la sorpresa suelen ser lo que más emoción causa. Así que sin mucha novedad, el reto se convirtió en buscarla o crearla. Aún fallo mucho en esto, pero ahhhh que buena sorpresa es cuando el arroz no me queda salado.
La falta de productividad me acompaña - estar ocupado no es ser productivo
El trabajo gracias a Dios no ha faltado, pero la motivación si. Con todo lo que pasa en el mundo y viviendo el día de la marmota donde todos los días son iguales, de dónde saca la gente la motivación? Si su respuesta es automotivación, hágame el favor y me dice donde la compra después de 6 meses? Hay días de días, días donde hago mucho pero la verdad es que son más los días donde concentrarme es un verdadero reto.
Ahora hago siestas un par de días a la semana (lea el punto anterior)
Me ví derrotada
Probablemente igual que a la gran mayoría, la pandemia me cambió los planes unos 360 grados, si, digo 360 y no 180 porque los cambios me trajeron de regreso al punto de partida. No era lo que esperaba, no era lo que había luchado por años, y entender que no estaban saliendo las cosas de acuerdo a mis planes y que no parecía haber una pronta resolución, me hizo sentir completamente derrotada
Aprendí a disfrutar del hoy
Afortunadamente, la derrota, igual que todas las situaciones de vida, me enseñó algo. Me recordó una de mis frases favoritas “si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes”, así que decidí aceptar en lugar de esperar, decidí abrazarme a la realidad y no a la expectativa, y sólo puedo decir, qué maravilla ha sido vivir en el presente. La realidad es que quizá el presente no sea siempre perfecto, pero la expectativa hecha realidad tampoco lo será, si los 8 puntos anteriores no le han dado una idea, nada es sólo bueno o sólo malo, en cada momento de nuestra vida, incluso en el ilusorio, las cosas siempre tendrán su bueno y su malo, así que qué mejor que vivir en el hoy disfrutando lo que es y no sufriendo lo que no fue.
Vivir en un limbo existencial
Cuando empezó el año tenía clara la dirección de mi vida, tenía muchas opciones y ellas me emocionaban pero sabía que nuevas cosas se acercaban. Y pues se acercó una pandemia que cambió todo, con ella y con TODO lo que ha pasado este año, ya no sé que siento por la humanidad, no sé realmente qué me apasiona y que quiero en miras al futuro, unos días son más claros que otros, y en esos otros sólo me dedico a disfrutar el hoy porque la ilusión del mañana parece no existir. Personalmente, no le tengo miedo a no tener mi vida resuelta, soy del pensamiento que la vida te muestra el camino y que mucha de la inspiración que he perdido regresará mientras siga amando la vida un día a la vez.