Por la pronta llegada de un año más

Por la pronta llegada de un año más

Para quien aún no lo sabe, la próxima semana es mi cumpleaños, 27 hermosas primaveras. Si usted es muy cercano a mí, y probablemente lo sea porque esta leyendo esto, sabe que suelo celebrarlo todo el mes, e incluso anunciarlo mucho antes. Así que lea este blog como uno de esos tantos anuncios y celebraciones.

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Sin importar cuántas veces me rueden los ojos porque decido celebrar mi cumpleaños todo el mes, lo seguiré haciendo por lo que significa para mí (y debería para todos). Los días 27 de febrero, no sólo celebro un año más de vida, o el inicio de uno nuevo, celebro todos y cada uno de los años anteriores, todos y cada uno de los días del año que pasó, todas y cada una de las pruebas que viví y que superé. No sé usted, pero yo creo que eso merece ser celebrado por lo alto. 

Para mí, mi cumpleaños no conmemora lo vieja que me hago sino lo madura que me he vuelto, no evoca los momentos que ya no volveré a vivir sino los que están cada vez más cerca, no celebra las nuevas arrugas mas revive todos esos momentos, buenos y malos, que las causaron y que sigo aquí disfrutando o enfrentando. 

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A pesar de ser una persona que vive mucho en la nostalgia de días mejores y de soles más brillantes, me siento infinitamente afortunada por el camino que he recorrido, porque aunque a veces en el día a día me sienta estancada, la perspectiva de un año nuevo me recuerda lo lejos que he llegado a tan corta edad, las mil vidas que he vivido en sólo 27 años, y creo que eso es realmente sentirse realizado y exitoso. Yo no me siento exitosa por la empresa en que trabajo o el saldo en mi cuenta de banco (siempre en rojo), me siento exitosa porque he logrado lo que me he propuesto en la vida, he conocido, he amado, he viajado, he llorado, he reído, me he caído y he vuelto a empezar, y aun mejor, tengo la oportunidad de seguir haciendo eso cada día. Si esa no es una razón para celebrar, entonces no sé realmente cuál lo sea. 

Uno de los protagonistas de muchas de mis historias sufre por su edad, y como mi gesto característico, suelo rodarle los ojos y refunfuñar. Pero, y si contáramos experiencias en lugar de años, si contáramos el número de historias que no podemos decir a nuestros papás en lugar de los años, si contáramos el número de viajes, el número de platillos que nos hacen chuparnos los dedos, el número de borracheras, el número de bailes y conciertos en lugar de los años, quizá entonces y sólo entonces, los años dejarían de darnos miedo y se convertirían en celebraciones de todos esos momentos. 

Y si, entiendo que cada año que pasa es un año más cerca de dejar de vivir esos momentos, pero a fin de cuentas, si son bien vividos no nos harán falta; y si en cambio cada año sientes que te quedan cosas por hacer pues no esperes uno más para hacerlo, hazlo de una vez y celebra igual que yo. Que no se nos pase la vida temiendo que se nos va, porque igual se irá, pero en lo que dura, celebremos más y más cada uno de esos años que nos hacen más sabios, más fuertes y más humanos.


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