Una carta a mi sistema de apoyo
A mi familia y amigos.
Con los años y los daños, he aprendido que las caídas son personales pero levantarse es un trabajo en equipo, que aunque lo puedes hacer sólo, toma menos tiempo y cuesta menos si te apoyas en quienes están dispuestos a ayudarte.
Con las experiencias, los viajes, mis locuras y un poco de la ayuda de Dios, tengo la fortuna de haber construido un sistema de apoyo que todo lo vence, lo puede y lo aguanta (me aguanta). A ellos les agradezco que me “escuchan” en mi llanto histérico. Hace unos días llamé a mi papá con ese llanto de los que no dejan respirar, claramente él no entendía nada y yo no me podía explicar. Sin embargo, tuvo las palabras perfectas para calmarme y saber entenderme en medio de los sollozos. Como estás llamadas de auxilio, muchas más han recibido mi mamá y mi mejor amiga (más de las que pueden contar con las dos manos), mis amigos en México, y un par más de mis amigos cercanos (debo rotar para evitar que me tiren el teléfono). Soy bastante sensible (yo lo llamo una cualidad), lo que a veces sorprende considerando que me tiro a cuanto reto y riesgo se me atraviese, así que he tenido los suficientes raspones para causar todas esas llamadas. Pero por más terca y testaruda que sea, a ellos les agradezco estar ahí para recoger los pedazos.
Si hay algo de lo que me siento orgullosa, es de las personas que me rodean. Creo que hacia esta edad es donde de verdad entendemos el dicho de “dime con quién andas y te diré quién eres”. Mi recomendación a quién esté leyendo esto es que se rodee de esas personas que motivan, que levantan, que apoyan, que respaldan, que impulsan y que inspiran, que construya un sistema de apoyo para las malas pero sobretodo, para las buenas. Y que una vez este sistema esté constituido, les agradezca y les devuelva de igual manera ese apoyo. Si hoy está leyendo esto, tómese un minuto para pensar quienes son esas personas en su vida y tómese un minuto más para agradecerles. Piense en los momentos donde ellos fueron el impulso para seguir y valore su presencia. Y si al pensar en sus momentos de debilidad o de éxito no puede ver a nadie en ese lugar, pues le recomiendo que sea un poco más vulnerable y construya ese sistema de apoyo, porque no hay sin sabor que sea tan malo ni momento dulce que sea mejor que cuando se tiene con quien acompañar.
A mi familia y amigos les agradezco su impulso para llegar donde estoy, a mi me mejor amiga le agradezco su alcahuetería de ser mi mayor fan, de viajar conmigo a donde se nos ocurra, o de ir a los lugares donde no nos invitan, cuanto disparate se nos ocurra ahí estamos. A mi mamá le agradezco que fuma y fuma mientras me oye llorar por las mismas cosas una y otra vez (mi llanto financia la industria del tabaco) pero ella firme como la mejor de las mamás. A mis amigos en México que me dan la vuelta todos los días, entre la 1 y 2pm hora de Dublín sé que recibo sus mensajes que me alegran cada día. A mis amigos en Dublín que el chisme de café mañanero no puede faltar. A mis amigos colombianos, expatriados igual que yo, que conocen y comparten conmigo esta aventura de vivir lejos de casa y sus retos diarios. A todos ellos que siempre están, gracias, si alguna vez he fallado en agradecer su compañía, que esta entrada represente todo lo que han hecho por mí, hoy y siempre.
Si llegó al final de esta entrada, gracias por leerla, pero aún más, no olvide dar sus gracias. Por qué? Porque estar agradecido aumenta el nivel de felicidad…. y no, no lo digo yo, lo dice la ciencia: Los beneficios de ser agradecido y mostrarlo. The New York Times