Lo mejor de ser Colombiano
Colombia atraviesa un paro nacional, causado entre muchas razones por la falta de solidaridad, del gobierno con el pueblo, de la gente con la gente, y con nuestros vecinos. Para quienes nos ha tocado vivirlo afuera nos cuesta entender cómo este lugar que tanto amamos puede estar enfrentando esta situación (porque no, no todos nos fuimos huyendo).
A veces nos olvidamos, detrás de los acuerdos sin cumplir y de las falsas promesas, de la maravilla de país que tenemos. Yo me regocijo y hablo con la frente en alto del orgullo de ser colombiana, por qué?
Porque tenemos una riqueza natural envidiable.
Le conté esta semana a mi buena amiga Juliana que iba a escribir este blog, le dije “Juli, qué es lo mejor de ser colombiana?”, ella vive en Suiza, por lo que me dijo: “No tener estaciones y aún así, tener todos los climas”. En mitad del invierno europeo, cierro los ojos e imagino qué sería tomar un carro por 40 mins y estar a unos buenos 30 grados centígrados, o tomar un avión y en menos de una hora estar en una playa del caribe, o en menos de dos estar en una isla conocida por tener el mar de los 7 colores, o estar a horas en carro de probar un café de grano recién recogido de la tierra. Los colombianos tenemos aquello con lo que cualquier europeo sueña: montañas, desiertos, lagunas, mares, ríos, nevados, todo en un sólo país. Aprecio mucho los paisajes que Irlanda tiene por ofrecer, pero no se comparan con la diversidad que tiene mi país, una diversidad que no viene por temporadas, porque tenemos el lujo de comer mandarinas, fresas y mangos por menos de 2 euros la libra en cualquier momento del año. Que además de la comida, podemos usar nuestra ropa favorita en cualquier mes del año y no tener que preparar cuatro closets diferentes porque o se me congelan las pestañas o se me derrite el maquillaje.
Hablando de comida,
el sabor de los colombianos se nota desde la voz hasta la punta de los pies.
Para quienes no lo saben, los rolos (dícese de los nacidos en la ‘nevera’, o sea Bogotá, la capital) somos famosos por nuestra falta de ritmo - excepto yo porque soy de papás paisas (o sea de Antioquia, si, la tierra de Maluma y Jbalvin) - pero hasta los rolos debemos admitir que en cualquier pista de baile del mundo (quizá menos Cuba y Brasil) sabremos brillar. Los colombianos, igual que James y Cuadrado, además del fútbol, somos conocidos por nuestro gran ritmo, porque al final, nadie nos quita lo bailao’.
Continuando en mi conversación con Juli, también resaltó nuestro acento, porque para quien no lo sabe, no hay nada más gracioso que “un paisa hablando inglés”. Por mis primeros meses en México (antes de que adoptara sus palabras soeces), cada vez que conocía a alguien nuevo, lo primero que me decían es cuánto les gustaba el acento de los colombianos - yo quiero pensar que me estaban coqueteando porque #AlimentoParaElEgo - y al parecer, es algo que se siente en cualquier idioma, porque en palabras de Juliana “hablas francés con un acento único que hasta los suizos quieren bailar”, y si alguna vez duda de esto, lo invito a escuchar a Sofía Vergara en ‘Modern Family’.
Para no hacer este blog muy largo (y para dejar de hablar de comida que al parecer es de lo único que sé hablar), este último punto resume a mi hermoso país (lo bueno y lo no tan bueno),
Colombia es pasión.
Los colombianos amamos con pasión, hasta inspirar las novelas más hermosas de la literatura o la mejor/peor música de despecho. Los Colombianos peleamos con pasión, porque no nos tiembla la voz (un saludo a mis ex compañeros de trabajo en México). Vivimos con los sentimientos y emociones a flor de piel, esos que inspiran este blog o que vieron llorar a James al ser eliminados del mundial de 2014. Somos gente amable y amigable, porque no hay quién vaya a Colombia y no se enamore de su gente, somos de familias nobles y de tamaño considerable. Amamos la fiesta, somos de festivos y carnavales, somos de genes privilegiados, de egos grandes y de políticos ignorantes, porque desafortunadamente la perfección no existe, pero ayyyyyy, que cerca estamos.
No trato de generalizar y definitivamente no descuento lo malo, pero a veces nos enfocamos tanto en ello que se nos olvida recordar lo que nos hace orgullosos colombianos.