La fuente de la felicidad ... (versión Luisa)

La fuente de la felicidad ... (versión Luisa)

No pretendo meterme en las creencias de nadie pero mi fuente de la felicidad es mi amor infinito por Dios. Quizá parezca un poco loco o incluso absurdo, pero al menos para mí esa es la fuente de la felicidad.

No se trata de una lectura de la biblia, solo comparto mi sentir. Soy feliz porque gracias a Dios tengo una familia increíble, ojo, no perfecta, increíble. Porque a pesar de lo que hemos pasado estamos firmes como la roca, porque aunque viva a kilómetros de distancia y horas de diferencia siento su amor como si estuviera en casa. 

Soy feliz porque a donde mire tengo amigos, en Dallas mi mejor amiga, en LA mi compañera de viajes, en Bogotá, NYC, Londres, Madrid, México y hasta en la India; y aun más, he tenido la oportunidad de conocer todos esos lugares y ver sus maravillas. Porque me levanto cada mañana con salud y con un trabajo que me permite vivir tranquila y el que por fortuna también disfruto. 

Y aunque suene a vida perfecta, aún lloro muchas noches hasta quedarme dormida por lo que extraño o no puedo tener, pero nunca, nunca me han faltado al menos tres cosas por las que pueda darle gracias a Dios ese día. Porque la felicidad no radica en la perfección o en tenerlo todo, no radica en el entendimiento ni en la razón,

la felicidad está en las pequeñas cosas, las que pocas veces se publican en redes sociales, la felicidad está en soñar, en bailar, en reír, en inspirar, en crear, en ayudar, en disfrutar, en ser… en vivir y dejar vivir.


Esta historia la inspira una de las almas que más me ha enseñado. Entendí que entre más preguntas respondiera, más preguntas crearía y más sonrisas se me iban mientras trataba de explicar el mundo, mi mundo, mis miedos, sus miedos, mis acciones, sus acciones. Y entendí que si Dios nos hubiera mandado a la tierra a entender, no nos hubiera dado una vida limitada. Al contrario, se trata de no tomarnos todo tan en serio, como dice el dicho, al final no vamos a salir vivos de ella. Nos mandó a gozar, a vivir, a disfrutar lo desconocido, a dar saltos a ciegas con buenas intenciones, donde al final está El para recibirnos y ponernos en nuevas aventuras y empezar todo de nuevo, hasta que se nos cansen los huesos y nos llenemos de arrugas de tanto llorar y reír. 


Quizá mi historia suene muy inocente, pero esa es mi fuente de la felicidad, el amor de Dios, mis sueños y ganas de vivir. Que no se nos vaya la vida buscando algo que quizá ya tenemos y no hemos sabido reconocer.

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