Una lección del pasado

Una lección del pasado

En inglés hay una oración que dice "things don't happen to you, they happen for you" que vagamente traduce: las cosas no te pasan a ti, pasan para ti (de hecho encontré un libro que trata del tema que se llama 'las cosas no pasan por algo, pasan para algo'). En relación a esto, ayer escuchaba el último episodio del podcast de Alejandra Azcarate y repetía la siempre tormentosa idea de que la vida nos repetirá las pruebas hasta que aprendamos la lección. Ambos conceptos son maneras diferentes de decir que vivimos lo que tenemos que vivir porque algo tenemos que aprender. Cuando sentimos que la vida nos ataca, en realidad nos enseña. Y aunque un concepto hermoso, lo es sólo como concepto. Es incómodo, cansado, frustrante, no conozco a la primera persona que le pida a la vida lecciones, y sin embargo a todos nos tocan.

Rebuscando en las inmensidades de mis redes sociales, me topé con unos cortos escritos de hace unos tres años donde estaba viviendo una de esas pruebas de vida. Estaba navegando un espacio laboral tóxico. Luchaba con todas mis fuerzas por ser fiel a mi voz y no dejar que la situación la callara, no dejar que otros me definieran, y aunque quizá no era tan joven, al parecer si era lo suficientemente ingenua para no creer que la envidia es el motor de algunos, y que no todos velan por el bienestar de los demás.

Mi realidad hoy no podría ser más diferente a la de aquellas épocas, está lejos de ser tóxico y quizá si en algo peca es en ser tan competitivo, porque no hay extremo que sea bueno. Sin embargo, promueve el tener una voz, discrepar, y negociar. Y aunque una voz en un mundo corporativo haga menos eco, no quiere decir que tenga menos alcance, y que la libertad de tenerla marque por sí sola la diferencia.

Muchas secuelas me quedaron de esa experiencia, y hoy entiendo que nunca fue la intención de nadie herirme con sus palabras, pero sobretodo entiendo que la que tenía que cambiar era yo. Creo que la lección que quiero compartir hoy es que nadar contra la corriente nunca es fácil, pero a veces no se trata de pedirle a las aguas que sean más compasivas, sino de apretar el paso y tenerle confianza al nadador. Como dice el dicho "no pidas una carga ligera, sino una espalda fuerte".

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Atentamente, Luisa.

Incomodarse, agradecer, reconocer, educarse y cambiar. 


De contradicciones y otros chistes en los que vivimos

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No hay mal que dure cien años...

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