Qué bonito es el amor...
Esta entrada está inspirada y dedicada a una gran amiga, una de las increíbles personas que trajo consigo Irlanda, y que seguramente no entenderá esto pues no habla español.
En una generación en la que el amor se ha vuelto utópico, donde es más común verlo en memes que en poemas, donde los que le seguimos teniendo fé en ocasiones tenemos más desengaños que historias de éxito, de repente escuchamos de esas historias que parecen desmentir todo lo anterior.
Tal es el caso de una de mis grandes amigas, quien después de casi cinco años de relación, donde los cuatro y medio fueron a distancia, hace unos días en una ceremonia donde tres continentes estuvimos conectados gracias a la tecnología, y después de desafiar las estrictas medidas de cuarentena de Canadá, contrajo matrimonio (vaya, se casó yayyyy).
Además de la felicidad que me produce esta unión (y los mares de lágrimas que derramé), el mensaje que transmite en un tiempo de incertidumbre y desesperanza, es precisamente ese, el de la esperanza. Su unión es el éxito de la paciencia, la consistencia, del compromiso y de la constancia, mis cuatro valores favoritos.
Para quienes hemos padecido las relaciones a distancia, uno de los suplicios más grandes y donde pocos (muy pocos) son victoriosos, esto no solo lo aplaudo como logro sino que me devuelve la fé en el amor. Los obstáculos no son más fuertes y ojalá muchos soldados caídos hubieran aprendido esa lección.
En un mundo donde todo es inmediato, las mejores recompensas las reciben los pacientes.
Asi que con esta entrada celebro mi amistad, celebro su amor, celebro el amor y la posibilidad de lo que aún está por llegar.