Mi Superpoder Favorito
Igual que muchos de ustedes en mis años de juventud empecé a dibujar mi vida de ensueño, o al menos mis planes a mediano y largo plazo. Esa clásica pregunta de los últimos años de colegio de ‘dónde te ves en 5 años?’ o ‘dónde te ves en 10 años?’, todos mis amigos diciendo las carreras que querían estudiar, donde querían vivir, incluso hasta pensando ya en su maestría.
Definir mis planes a futuro fue algo que desde muy pequeña me tracé. Mis hermanos eran mis modelos a seguir, así que cuando mi hermano mayor se fue a estudiar inglés después de graduarse del colegio, yo supe (a los 13 años) que eso era lo que yo haría, tanto así que terminé haciendo el mismo programa que él hizo. Desde pequeña supe que quería estudiar derecho, mi mamá decía que era la carrera perfecta para mí porque siempre me encanto pelear y defender mis opiniones (aun soy buena para pelear), sin embargo, cuando fue el momento de decidir no fui capaz de renunciar a los números y escogí economía como mi carrera (la primera señal que ignoré sobre el gran superpoder del que les quiero hablar).
En esos planes que me tracé creciendo, mi gran idea era graduarme del colegio, irme a estudiar inglés, estudiar mi carrera en Colombia, hacer mi maestría en el exterior, empezar a trabajar, y por supuesto… tener la familia, el carro, la casa, los perros y los hijos… qué fácil sonaba todo entonces. Todo iba de acuerdo a esos planes, durante mi tiempo en la universidad decidí que para el paso siguiente, haría mi maestría en Alemania. Mi hermano, quien entonces hacía su maestría en ese país (y conociéndome muy bien), me dijo que no creía que ese fuera el lugar para mí, así que para hacer mi ensayo decidí irme a estudiar alemán unos meses antes de graduarme y decidir si quería irme por más tiempo. Y fue ahí donde mis planes cambiaron.
La historia corta fue que conocí a un hombre, me enamoré, mis claras ideas de futuro ya no parecían tan claras. Esa relación requería que cambiara mis planes, por supuesto, esa niña que ya tenía su futuro tan claro se resistía. Sin embargo, logré encontrar un punto medio, un pequeño desvío a esos planes, hacer un programa académico en una gran universidad y que se alineaba con mis sueños profesionales y personales. Nunca lo reconocí como un cambio de planes sino como una pequeña variante, lo que no sabía entonces era que ya me había ido muy lejos de ese camino.
Para no seguir haciendo de esto un cuento, entre más pasaban los años ese desvío se convirtió en un nuevo camino, un país de residencia que no estaba en los planes, un nuevo trabajo que luego terminó en otro trabajo aún más lejos. Pero en mi mente, ese plan que me tracé desde niña seguía presente y entre más me alejaba de él más perdida me sentía. Entonces ese camino y muchos otros más pequeños que fui delineando se desdibujaron completamente y no tuve más remedio que entender una de esas verdades que siempre está presente y que poco escuchamos “lo único constante en la vida es el cambio.”
Mi superpoder favorito es el poder de reinventarnos. El día que deje de resistirme al cambio y empecé a abrazarlo, el día que deje ir ese camino que me había trazado y acepté la posibilidad de nuevos caminos, el día que entendí que la mayoría de mis decisiones no son permanentes, ese día fue el día que empecé a sanar.
No somos lo que decidimos hoy, somos lo que construimos en el proceso. Luisa de 15 años estaba segura que quería ser abogada, pero Luisa de 16 decidió cambiar de opinión y ser economista, sin duda fue la decisión correcta. Luisa de 20 quería hacer su maestría en Europa, Luisa de 21 decidió mudarse a México, sin duda fue la decisión correcta. Muy pocas decisiones son permanentes, la mayoría de cosas que decidimos hoy no es lo que debemos querer/ser para siempre, reinventarnos nos permite explorar nuevos sueños, nos saca de la frustración, nos da nuevas ilusiones.
Reinventarnos es el superpoder de elegir algo nuevo, algo diferente, algo que quizá jamás soñamos o a lo que quizá renunciamos en el pasado, nos hace creativos, nos inspira, nos reta y sobretodo, nos hace crecer.
Entender que las cosas no siempre son permanentes va muy de la mano con la incertidumbre, dejar ir la necesidad de certeza es otro gran superpoder para otro capítulo, pero imagínense soñar que hay muchas versiones de nosotros que aún están por ser encontradas, quizá una más fit, o una más culta, o una que le guste más el arte o bailar o que sepa cocinar. Por eso este es mi superpoder favorito porque quita los límites de dónde debo estar o quién debo ser, me llena de posibilidades y con ellas viene la emoción de lo que aun estoy por descubrir.
Mi invitación hoy es a romper todas esas ideas preconcebidas que nos limitan, que nos trazan una línea y que nos generan ansiedad al alejarnos de ella. No sólo aceptemos el cambio, busquémoslo, lo más bonito es lo que está aún por ser descubierto.
Atentamente, Luisa.
Nota del editor (yo misma): esto no aplica para todo, por eso utilicé palabras como “muchas veces” o “en muchos casos”, porque si hay decisiones que son permanentes, por ejemplo, tener un hijo o un perrito. También porque no todo debería cambiar, las cosas que nos llenan de felicidad y que junto a ellas nos reinventamos o nos permiten reinventarnos, en mi (no humilde) opinión, no deberían ser cambiadas, por ejemplo, las buenas y sanas relaciones, las que sí valen la pena mantener, las que nos motivan a reinventarnos en ellas.